Pese a que jugó una buena parte del partido con un jugador más, el seleccionado del Dragón venció con lo justo a Irlanda por 21-16 y arrancó a paso firme el Seis Naciones. Los de Verde, con más amor propio que ideas, la pelearon hasta el final y hasta lo pudieron ganar.
Siempre es lindo ganar. Más en un debut, y mucho más si es pidiendo la hora. Gales así lo entendió, que sufrió primero para gozar después. No le sobró nada y apeló más al peso de sus individualidades que al juego colectivo, pero cumplió con el mandato autoimpuesto; un triunfo en casa que le abre el camino hacia la meta llamada Seis Naciones.
La tempranera expulsión de Peter O'Mahony por una carga con el hombre sobre la humanidad y el rostro de uno de los Williams, sin dudas condicionó el desarrollo. No obstante, y a pesar de la desventaja, Irlanda se las ingenió para lastimar con sus forwards. Así se fue 13-6 al descanso, aunque el desgaste se empezó a evidenciar.
Halfpenny y Sexton intercambiaron patadas hasta que el potente Beirne se hizo de la pelota y llegó a puro empuje al in-goal rival. No mucho más para los de camiseta Verde, porque de a poquito fueron fundiendo motor. El Dragón pisó el acelerador, y echó fuego por la boca. En el complemento, fue todo para los de Pivac.
Sus picantes hombres de punta pusieron las cosas en su lugar. Sin lucir y sin llegar a desequilibrar en demasía, tanto North como Rees-Zammit aparecieron fulgurantes por las bandas y facturaron. Halfpenny alteró buenas y malas y los capitaneados por histórico Alun-Wyn Jones lo empezaron a cocinar.
No obstante, los dirigidos por Andy Farrell, papá de Owen, apelaron a su amor propio porque las ideas escasearon. Billy Burns reemplazó a Sexton, quien otra vez salió lesionado, y tuvo algunas que no supo aprovechar. Acertó el tiro del 21-16 final, pero después quiso patear un penal al touch, y la bola salió directamente afuera. Se terminó.
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