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"No hay nada que me diga que no puedo hacerlo"

A los 17 años se convirtió en la primera Puma rosarina. Tras la concentración nacional que le dio ese rótulo charló con Ovación. Dice que se siente parte de quienes abren puertas y que no les teme a los prejuicios.

La primera es una sola. Y el día que alguien cuente cómo empezó esta historia deberá ponerle un nombre propio a esa llave: Julieta Correale. Esta historia es la historia de la participación rosarina en el seleccionado femenino de rugby, Las Pumas. Y Julieta Correale es la llave que abrió esa puerta. Sí. Es que hasta aquí ninguna otra jugadora de la ciudad había podido ponerse la ropa albiceleste ni siquiera en un entrenamiento. No es reproche. Es la realidad que se condice con una disciplina que está todavía desarrollándose en la rama femenina en Rosario. Pero Julieta lo hizo a los 17 años y casi sin proponérselo. La wing de Old Resian le confesó a Ovación que el sueño de jugar en Las Pumas existía, pero era lejano aún, imaginado o proyectado a unos 4 ó 5 años. Sólo que ahora que se le hizo palpable, aún antes de lo previsto, quiere redoblar la apuesta. Julieta participó de la concentración nacional de fines de julio en La Plata, dice que se sintió "bien", aunque notó las diferencias lógicas con las chicas de experiencia y ratifica que quiere más. "Más" es quedar en una lista definitiva para jugar oficialmente. Ese es el faro que desvela su pasión. En el medio del relato resalta que no puede explicar qué le genera el rugby, pero que se siente parte de ese grupo de mujeres que, en el ámbito que sea, sigue abriendo puertas. "No hay nada que me diga que no puedo hacerlo", subraya. Y asegura que esto de ser Puma le parece "hermoso". No sólo para ella, "también para todas las que quisieran vivirlo".

¿Cómo arranca este asunto? ¿Por qué la ovalada?

Estaba haciendo hockey en Logaritmo, pero no me hallaba y decidí dejar. Siempre hice deporte, pero no estaba conforme con el hockey. Así que estaba buscando algo, no al rugby, pero estaba buscando. Siempre estuve en el entorno, mi hermano jugaba, me volvía loca verlo pero nunca al punto de querer meterme a jugar o a probar, simplemente siempre me gustó. En eso estaba cuando mi viejo me preguntó qué haría si hubiese rugby femenino. Nos pusimos a buscar en Facebook y encontramos que había un grupo de chicas que jugaban en el Viaducto, en unas canchas que prestaba Atlético del Rosario. Fui, no tenía idea, empecé con el tema de agarrar la pelota y patadita de drop. Estuve 7 u 8 meses entrenando ahí hasta que Old Resian y Universitario nos invitaron a formar parte de sus clubes. Así arrancó y yo me vine para acá (al tricolor) junto con otras chicas.

¿Cómo tomó tu entorno la idea de que quisieras hacer un deporte que tradicional y directamente está asociado con los hombres?

Mi familia siempre me apoyó para hacer lo que yo quisiera: danzas, patín, natación, hasta taekwondo hice. Así que no hubo problemas en casa, salvo la típica situación en la que tu mamá tiene miedo de que te golpeen. Pero hacía años que lo hacía mi hermano, así que ya estaba asumido que no era un deporte tan extremo. Desde el lado de afuera siempre te dicen algo o porque te ven los moretones o por qué rugby, por qué no vas a hacer otra cosa. Y uno no sabe cómo explicarle. Nuestra modalidad es diferente a la de los varones, no es de ir tanto al choque. Es un poco más dinámico. Sí nos golpeamos y las reglas son las mismas, pero es diferente porque somos mujeres. Siempre está esa mirada. Hasta hoy, cuatro años después de haber empezado, hay gente que me dice por qué juego al rugby.

¿Y qué encontraste en el rugby que no encontrabas en los otros deportes?

La verdad es que ni yo me lo pude responder todavía, pero supongo que el equipo, el compañerismo, no es un deporte individualista, el equipo sabe que al ingoal se llega gracias a todas y por ahí eso en los otros deportes no lo encontré. No lo puedo describir, pero lo que siento al jugarlo no me pasó en ningún otro lugar.

¿Te sentís parte de ese grupo de mujeres que va abriendo puertas? En el ámbito que sea...

Sí, me siento parte. Y no hay nada que me diga que no puedo hacerlo.

¿Revivirías el momento en el que te llamaron para la concentración nacional de fines de mes?

Este año volví a entrenar después de una lesión y decidí arrancar con todo, pensando en que este tenía que ser mi año. Por trabajo o estudio no podía entrenarme como quería, aún así me convocaron para el seleccionado de Rosario y jugamos una fecha en Santa Fe en julio. Fue Daniel Villén, el entrenador de Las Pumas Seven, porque estaba buscando juveniles, algunas sabían, otras no, yo la verdad que no tenía ni idea. Estaba muy nerviosa en esos partidos porque no habíamos tenido mucho entrenamiento juntas, cuesta jugar al lado con una compañera que no sabés bien si tiene pase largo o corto, cómo es su modo de juego, si te habla en la cancha o no, si te va a entender o no. Pero era la primera fecha y salió bastante bien. Ahí supuestamente me vieron.

¿Y qué pasó?

Cuando íbamos volviendo en el micro mi entrenador me comenta que estaban mirando del seleccionado argentino y que les había gustado cómo había jugado. Lo tomé como un comentario más. Pero al otro día me pidieron datos y que me entrenara más duro. Ahí caí un poco. No me lo dijeron directo pero pidieron que me entrene más duro. Después se confirmó, me llegó un e-mail con la convocatoria. Había decidido no contarlo, había quedado entre el entrenador y yo. No caía.

¿Cómo fue ese momento en el que finalmente llegó la convocatoria?

Hermoso. Aunque tenía mucho miedo porque no sabía qué iban a decir, si iban a estar todos contentos. Era algo nuevo para mí, pero por suerte mis compañeras son increíbles, me felicitaron, me apoyaron, me alientan todo el tiempo a seguir e incluso estando allá no paraban de escribirme. El club también me felicitó. Allá (en La Plata) todo me resultó muy nuevo, muchas caras nuevas, muchas chicas grandes que tienen años de experiencia ahí, estaba un poco asustada. Viajé con Débora Fretes, de Alma Junior de Santa Fe y nos fuimos conociendo en el camino.

¿Y cómo encontraste tu nivel respecto de las demás jugadoras del país? Las chicas de Buenos Aires o de Tucumán, se sabe, están por encima del resto.

Se nota, tienen un ritmo muy dinámico, me costó seguirlas pero me sentí bien conmigo, me sentía bien en lo físico y técnico, me costaba el ritmo en la cancha. Uno juega acá (en Rosario) con los mismos clubes hace cuatro años y cuando te encontrás con chicas que tienen nueve años de rugby, que jugaron muchísimos más partidos, que tienen más rivales y mucha experiencia, se nota. Son chicas que cuando las ves sabés que "se la bancan".

¿Hubo generosidad entre las más grandes y las juveniles como vos? Fundamental para adaptarse lo mejor posible.

¡Sí! En la concentración todo el tiempo se habla. Llegué y me dijeron que iba a hablar, comer y vivir rugby y fue tal cual. Si nos convocan creo que es por algo y cada una tiene que dar el ciento por ciento. Cuando finalizábamos los entrenamientos, ya más relajadas en los dormis, todo era muy buena onda.

¿Te imaginaste alguna vez ser parte de Las Pumas?

Las miraba, de vez en cuando algún videíto por Youtube. Y sí, me lo imaginaba pero no ahora, tengo 17 años y lo esperaba cerca de los 20, 22 años, quizás con más partido encima. Aunque ahora que me pasó siento que estoy en mi mejor momento, quiero aprovecharlo, quiero que me entrenen y quiero entrenarme y quiero tener la mayor experiencia que pueda para cuando me llegue el momento estar al nivel de ellas.

¿Lo disfrutaste?

Lo recontradisfruté, espero tener una nueva oportunidad. Volví muy contenta, me pareció realmente hermoso.

¿Qué proyectás ahora?

Ahora que siento que tengo esta oportunidad, con tantas chicas que hay en el club, que te pase a vos... Tenés que vivirlo. Por vos y por todas las que quisieran vivirlo. Nunca me imaginé que esto me pasaría a los 17 años y que iba a tener tantas ganas. Hoy me entreno más que ayer.

¿Cuántas veces te recordaron que sos la primera rosarina en Las Pumas y qué te pusiste a pensar?

(Risas) Es que me pasa que cuando me lo dicen... Obviamente que yo quisiera que llegaran todas porque la verdad es que es una experiencia hermosa, uno no se da cuenta del nivel que tiene el rugby femenino hasta que está ahí, me volví con un montón de cosas que si no hubiera ido ni las hubiese imaginado. Es muy loco para mí, caí que estaba entre Las Pumas cuando me metieron en la cancha y entonces me miré la camiseta que tenía puesta. Fue increíble.

En definitiva, te diste cuenta que esto es lo que querés hacer.

Sí, quiero que esto salga bien.

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