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Hora de crecer

Transcurrida ya la zona de grupos del TRL 2017 y con la zona campeonato consumida hasta la quinta fecha, hacemos un repaso de lo sucedido con el juego en ésta edición y con su desarrollo. Cuando en otros regionales se conoce de antemano los clubes que por su poderío llegarán a instancias finales, el del Litoral sigue siendo tan impredecible como entretenido.

Pasiones y preparación son una combinación fuerte. Y hacia allá se dirige, desde hace varios años, el rugby de nuestra región. A los ochentosos correr mucho, muscular como Sansón y comer en cantidades exorbitantes fue menester agregarle cuestiones de tiempos modernos. El estudio de la física para el máximo rendimiento de las aptitudes y el uso de las fuerzas de acción y reacción, detallados informes tácticos y estratégicos de la posición territorial y no podía faltar pensar en lo mejor y lo peor del contrincante. Lo que se dice un juego de ajedrez psicológico en pos de asegurarse la victoria.

Desde su nacimiento el Torneo Regional del Litoral ha cumplido distintas etapas de crecimiento constante. Algunas temporadas de alto nivel rugbístico, otras menos. Pero todo confluye en un bagaje de conocimiento importante a la hora de la planificación. En sus orígenes era prueba y error con la mira puesta en enriquecerse de otros estilos y aprender. Sobre todo aprender.

Y en ese camino, donde algunos absorbían el saber de los más grandes y otros entendían las demandas de los menos pertrechados, hubo maduración de los clubes que lo componen. A los “clubes grandes” protagonistas asiduos de instancias finales también les toco beber de la hiel del recambio o la falta de rumbo. Esa invitación la tomaron en armas el resto y como resultante hemos tenido grandes participaciones (y variadas) de otras camisetas. Y lo bueno es que no sean siempre las mismas.

Tengo el inmenso placer de trabajar en el contorno del campo de juego. De frente y bien cerca de las acciones, de espaldas al público, familias, dirigentes y ocasionales espectadores. Tremenda es la cantidad de cosas que escucho y jamás reproduzco. ¿Hay momentos aburridos donde el juego se torna malo? Sí, por supuesto. ¿Es esto condición primera para lanzar las más hirientes opiniones con respecto al rendimiento? Absolutamente no.

Ese es el contorno ideal para mejorar. Para saberse en el piso de lo que se puede rendir y tomarlo como envión para llegar al techo, o para no tenerlo. Todos los clubes lo padecieron. Unos salieron más rápido que otros, reflejando para bien o para mal el trabajo hecho en las divisiones inferiores. Todos los actores del circuito debemos analizar qué hacemos, cada uno desde nuestro lugar, para lograr llevar al rugby de Rosario y del Litoral al lugar que ocupan otras uniones más fuertes y afianzadas.

Soy un deportista. Amateur. A mi edad aún sigo participando en alta competencia. Sé lo que es entrenar con frío, calor, lluvia o lo que fuere. Mi familia acompaña desde la comprensión por el tiempo robado a la vida familiar, esposa, hijos y todo. Todos los gastos económicos que esto implica referido a materiales de entrenamiento, preparación física, controles médicos, viajes a los torneos, salen del mismo bolsillo: el mío. Sé lo que es dar un poco más cuando tu cuerpo pide rendirse pero tu corazón se resiste. Conozco el olor a alcanfor de los ungüentos y también el nudo en la garganta que provoca mirarte a los ojos con el rival de turno.

Y todo esto, lejos de ser una expresión exacerbada del narcisismo, es la base que utilizo todo el tiempo cuando tengo que volcar mis escritos. Me interesa llegar a la fibra de ese par que dentro de la línea de cal entrega lo mejor de sí sin dejar de ser un ser humano. Con errores y aciertos, pero que cuando se saca los botines vive cosas parecidas a las descriptas en el párrafo que antecede. Desde mi humilde lugar no comprendo las críticas despiadadas. Sobre todo las despiadadas. Si provienen de boca de alguien que compitió en alguna disciplina, habla de su poca o nula memoria, o de un trauma que necesita diván. Si el promotor de tanto encono es uno que nunca practicó ningún deporte habla de una tremenda frustración nacida en el desconocimiento absoluto.

Entonces entendamos de una vez por todas que nuestro torneo es el más lindo. Con unos más pretenciosos que otros, por momentos con juego mezquino y por momentos más atrevido. Pero cada fecha los resultados van cambiando las posiciones en la tabla. Porque hoy en día cualquiera puede perder con cualquiera. Ya no hay cucos. Esto lo convierte en enormemente gratificante. Crea una expectativa fuente natural de las esperanzas. Y me encanta.

Gracias rugby. Por lo que nos brindas cada sábado. ¡Salud!

Por Jorge Franco.

Foto: Juanjo Galimberti.

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