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Fin de año

Se está terminando una nueva temporada de rugby y este hecho merece una mirada retrospectiva y analítica.

Comencemos con lo internacional. Año duro para nuestra élite profesional. Desde los resultados y desde lo físico.

Veamos: el mundo rugby promedio tenía expectativas sobredimensionadas respecto de la inclusión de lo que era, en la práctica, un seleccionado nacional en el Super Rugby. Primer punto: del equipo que obtuviera el cuarto puesto en el mundial faltaban los más experimentados con excepción de Creevy, Hernández y Leguizamón. Apuesta a futuro, válida y coherente si tiene continuidad en el tiempo. Segundo punto: la base de sustentación del incipiente rugby profesional argentino es mínima. Durante el curso del campeonato, por necesidad, generalmente, se fueron incorporando jugadores muy jóvenes con única experiencia internacional en los mundiales juveniles. Imposible pedirles resultados. Con que estuvieran a la altura de la competencia era suficiente. Tercer punto: la adaptación al sistema de competencia no era (ni fue) fácil. Conclusión: resultados mediocres dentro de lo razonablemente pensado por la conducción del equipo.

Hoy se habla de una segunda franquicia con base de jugadores argentinos pero no excluyente en términos de nacionalidad. Desconozco si la idea es incrementar el número de jugadores argentinos en la competencia o, simplemente, es parte del importante negocio que este campeonato genera.

Los Pumas: no mejoraron, en términos de resultados mensurables (derrotas vs victorias), lo actuado previamente en el Championship. Llegaron a esta etapa del año con un desgaste fenomenal y con muchas bajas importantes. El modelo de juego está instalado. A veces se exagera con el traslado manual, para mi gusto personal, pero eso es materia opinable. Se corrigió la disciplina y eso es un paso muy importante para superar los prejuicios del referato. En el terreno del debe: la definición y la defensa. De lo primero: nos falta una vuelta de tuerca en las destrezas de manejo bajo presión extrema. De la defensa: me parece que los problemas surgen de seguir intentando jugar con las manos cuando se acabó el espacio. Es frecuente la pérdida y el contraataque con la defensa desorganizada. Pero estamos en camino. Jugar contra las potencias suma. Y ya vendrán los resultados.

Rugby local: mis felicitaciones a todo Duendes. Siete campeonatos al hilo merecen el reconocimiento de toda la región. Club de fanáticos apasionados por la ovalada. Militantes, en el buen e histórico sentido, de una pasión.

En cuanto al campeonato insisto: aunque les moleste a los actuales dirigentes el formato actual tiene interés en la última fase. Que fue intensa, atrayente y pareja. Urge un cambio de formato. Le sobra un tramo. Sobre 20 fechas solo las últimas 7 cubrieron las expectativas.

Un párrafo aparte para la organización de las finales. Muy buena asistencia de público que, en términos generales, tuvo buen comportamiento. Comodidad en las tribunas y partidos interesantes.

Punto a favor.

La seguimos. Hasta la semana próxima.

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