Duendes amasó el 40 a 31 definitorio ante Old Resian y se quedó con el TRL 2016.
Se equivoca todo aquel que considere al título de esta nota como pretencioso. Por la sencilla razón de ser inédito en su más pura esencia. ¿Quién sabrá cuánto tiempo pasará para poder usar esa palabra otra vez? Mucho más, poder usarla nuevamente pero en otro equipo.
Hubo condicionantes de variada índole para transformar el TRL en el más lindo de todos los regionales. No me cansaré de decirlo. Y en esta edición especialmente muchos de los clubes intervinientes dieron cuenta de la merma en el poderío del multicampeón.
Los iluminados han sabido vislumbrar la tentadora posibilidad de protagonizar instancias ansiadas por todos y cada uno, pero vivenciadas por un puñado. De ésta manera convertirlo en el mejor de todas sus ediciones.
Old Resian es la fiel muestra. Con trabajo lento pero sin pausa, de manera silenciosa se fue haciendo del desparpajo de jugarle (y ganarle) de igual a igual a los “grandes”, usar toda la cancha y fundamentalmente de disfrutar el juego divirtiéndose.
En algún momento caen en la cuenta y continuar en la senda fue todo uno. Enfrentarán ahora el desafío de permanecer y convertir todo lo conseguido en el piso desde donde recomenzar cada temporada.
Alguna vez califiqué a mi tarea favorita como cercana a lo antropológico descriptivo. Y tengo pendiente un café con un amante de las letras para poder explayarme. Sencillamente se trata de ver lo que hay más allá de la frialdad de las ciencias exactas, porque detrás de estos gladiadores hay personas. Y basta con mirarlos a los ojos para predecir el motor de sus fibras más íntimas.
Hace muchos años, cuando los festejos del verdinegro no eran muchos ni continuados un jugador me dijo: -“nunca lo entenderás, porque Duendes no se explica”. Hoy con las vitrinas llenas tampoco logro descifrarlo. Intentaría soslayarlo hacia un sentimiento y una pertenencia sembrado desde la más tierna infancia y vivenciado en el día a día.
Bienvenidos a la paridad presentada por los cuatro finalistas. Mucho más el color, el calor, la fiesta y la comunión de una final tremendamente extrañada.