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ACCIDENTES DEPORTIVOS

Era difícil, de no mediar la lamentable (iba a escribir incalificable pero me arrepentí porque se le otorga otras connotaciones. Aunque me resulta imposible de calificar. Incluso la palabra accidente en el título no me satisface), situación que le tocó vivir a Ignacio Maeder, el sábado último, que hubiera dedicado este espacio para ocuparme de algo que está, por desgracia, más cerca de mis desvelos cotidianos que del deporte.

En primer lugar es un lugar común en Emergentología hablar de lo que se juega en el lugar del evento traumático: nada más ni nada menos que la vida. Las estadísticas muestran que un 25 % de las muertes por este tipo de lesiones ocurren por un manejo inadecuado en la atención inicial y traslado. Enorme respeto, entonces, para aquellos que encararon esa situación límite. Aún mayor es el reconocimiento teniendo en cuenta que actuaban sobre una fractura cervical alta en la cual el paro respiratorio es una posibilidad cierta.

El rugby está entre los deportes con mayor incidencia de fracturas o luxo fracturas cervicales. Comparte ese lugar en las estadísticas con el ski, los saltos ornamentales, la equitación y el hockey sobre hielo. Se ha sindicado al scrum, y en particular a los integrantes de la primera línea, como los que asumen el mayor riesgo. Sin embargo se ha visto, en los últimos años, una tendencia a que este tipo de graves afecciones sucedan como consecuencia de una situación de tackle.

No es momento para abundar en estadísticas ni en datos técnicos. Es la hora de ofrecer toda la ayuda posible a Ignacio, a su familia y a su Club. No es mucho lo que uno puede aportar desde lejos pero existe una actitud de entera disponibilidad.

Respecto del juego: que podemos hacer para evitar que esto tienda a la desaparición?

Se ha hecho bastante. Pero no es suficiente. Es una constante el derrumbe del scrum. Es más: da la sensación que los 16 participantes apuestan a colapsar la formación para obtener del árbitro de turno el penal tan ansiado.

Las reglas se han sometido a la metodología de la prueba y error. Se ha puesto el foco en el ingreso, impidiendo la embestida (un clásico de los 80), pero no es suficiente. Me parece, y esta es la opinión de uno que anduvo mucho tiempo metido en esas lides, que le sobra un tiempo. Es muy bueno que el árbitro tenga el control sobre el aprestamiento y el ingreso. Es contraproducente que indique el momento de arrojar la pelota. Consideran (los referees) que prolongar el tiempo ayuda a la seguridad. Opino todo lo contrario. Es muy complicado mantener estable la formación sin la posibilidad de trasladar la fuerza. Contener a cinco por lado que están tensos y prestos a empujar se hace imposible de sostener por largo tiempo.

De la prevención: enseñar desde temprano la cuadripedia es un deber inexcusable. Se haga pensando en el scrum o en cualquier otra faceta del juego debe ser la tarea esencial. Enseñar la posición y fortificar los extensores de la columna vertebral.

Por último: tener disponible tabla de raquis y collar cervical. Un médico al lado de la cancha, entrenado en atención inicial y con disponibilidad de elementos. Una ambulancia es imprescindible particularmente por la potencial necesidad de traslado.

Momento desagradable para nuestro deporte. El desafío es mejorar la calidad del juego y las condiciones externas para desarrollarlo.

Hasta la semana próxima.

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© 2024 por SGQ. Un blog de periodistas y amigos.

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