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RUGBY CHAMPIONSHIP: GLORIAS Y MISERIAS.

Es, actualmente y en términos objetivos, el torneo de selecciones más importante del mundo. No en vano participan los cuatro equipos que ocuparon la misma cantidad de los puestos de relevancia en el mundial pasado.

No es solamente estadísticas. Lo expresado en el párrafo anterior se reafirma en cada fecha desde el juego mismo. Atractivo, veloz y con continuidad. Creo que, aún para los no iniciados, es un buen programa desde lo estético.

Es necesario repetir lo que a esta altura suena redundante. Aunque sea como homenaje. Los isleños todos negros tienen una amplia luz de ventaja sobre el resto. Juegan un rugby excelso. Le han agregado a su clásico nivel de agresividad y natural potencia física unas destrezas individuales y de conjunto sanamente envidiables (si la envidia fuera sana). Han puesto la vara muy alto y equipararlos en calidad y, particularmente, en cantidad de jugadores va a constituir un desafío complicado.

Los australianos, actuales subcampeones del mundo, sucumbieron por paliza en casa. Un primer tiempo demoledor los dejó sin chances cuando al partido le quedaba otra mitad. Eso en Sidney, en casa y con su público. En Wellington salieron a "empiojar" el partido y lograron que la diferencia bajara. Lograron que los All Blacks no se lucieran y que, los imparciales como yo, presenciáramos un partido predecible y aburrido. Pero en dos partidos consiguieron un solo try y 17 puntos en total.

Los Pumas están en carrera. Una derrota en Sudáfrica (que bien pudo ser victoria de haber cerrado el partido con algo más de lucidez) y un triunfo en Salta, luchado, trabajado y muy complicado por la gran cantidad de lesiones y cambios forzados por ellas. Sudáfrica: cambiando. Jugadores, renovando el plantel, y estilo, más abierto. Por ahora a mitad de camino.

En términos generales el nivel de referato del máximo nivel internacional es excelente. No son demasiados pero son muy buenos. Grandes conductores del juego que priorizan la continuidad sobre la sanción de infracciones es lo que uno ve casi siempre. Y, habitualmente, tienden a proteger al jugador víctima de juego desleal u ocasionalmente peligroso.

No sucedió eso el sábado en Salta. El árbitro francés no se ocupó para nada de la integridad de Juani Hernández. Si uno fuera mal pensado (no suelo serlo en estos temas) podría interpretar que era una búsqueda intencionada para sacar de la cancha al jugador más talentoso de Argentina. De una u otra manera y, con la complicidad de Jerome Garcés, lo lograron. Lo de Herrera (demasiado reiterado para mi gusto) fue una travesura infantil al lado de las furcas del 7 africano. Escribí hace poco que nos miran prejuiciosamente. Por antecedentes y por ser nuevos. Se puso de manifiesto una vez más.

Un párrafo aparte para los jugadores y el cuerpo técnico argentino. En la cancha solo protestas razonables a cargo de los capitanes circunstanciales. Fuera de ella, ninguna mención al referee. Destacable.

En este campeonato queda para Los Pumas la parte más complicada, por logística y rivales: Oceanía. Están bien para afrontarla. Veremos.

Hasta la próxima semana.

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