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Encontrar ese paraíso

El poeta del rugby volvió. Y no en forma de fichas. Lo convocamos porque una de sus grandes pasiones, o novias como quieran ponerle, volvía. Y dijo que si. El Seleccionado de Rosario, objeto de culto de este medio y de sus allegados, fue el motivo por el que Jorge Franco volvió a escribir en DDT. Su pluma excelsa está de regreso. Pasen y lean.



  Como siempre. O como nunca. O ambas juntas. Es el ansia desproporcionada que rodeaba un encuentro de éstas características. Ni siquiera el regreso a todas las actividades con ese dejo de normalidad post pandémica pudo llenar el vacío inerte de extrañar al representativo que sentimos más nuestro.

  Tanto es así, que imaginar el movimiento en blanco azul y rojo ha despertado espontáneamente la sonrisa y su flujo de endorfinas, más aún sabiendo con bastante tiempo de anticipación la categoría y la historia del adversario. En este caso un viejo conocido vestido de mundialista con el que se han cruzado caminos en varias oportunidades con suerte repartida.

  Y ahí van los treinta corazones por detrás de la ovalada con cargas extras traídas a este presente desde un pasado paralizado e introspectivo. Mientras, se percibe en el aire todo el esfuerzo y la constancia para viajar desde los objetivos planteados, pasando por la preparación, intentando llegar a concretarlos.

  Entremedio un gran número de voces que gritan y un montón de manos que aplauden. Todas almas unidas por una misma pasión, pero al mismo tiempo con una historia reciente movilizada por la reorganización de las prioridades.Ya nadie es lo mismo que antaño, se reinventaron, tuvieron que duelar pérdidas irreparables, cambiar el orden de prioridades y comenzar nueva etapa lamiendo las heridas.

  En la misma esencia del rugby levantarse y volver a avanzar. Y no importa cuántas veces haya que hacerlo,importa no rendirse.

  Sobrevolando la supremacía visitante de la primera mitad,en el anecdotario quedará marcada la victoria celeste muy ajustada cerca del final. Y la magia. Porque más valioso fue el recorrido hacia aquel puño arrebolado en la tribuna, donde los endebles rayos de sol dibujaron efectos ópticos en los rostros; y la garganta anudada y contenida hasta el silbatazo final se transformó en una catarata de alegría. El abrazo de todos, propios y extraños, el saberse vivos, es hoy, el mañana es incierto.

  Ese momento de suspiro y reflexión se convierte en un repaso. Basado en la renovación, se van acomodando los roles, personas que han resignado muchas cosas por el orgullo de ataviarse con ésta armadura; y los que ya lo han hecho vienen a legar esa historia desde el touch y a transferirla mística en los vestidores.

  Partiendo desde aquí y en perspectiva, será todo aprendizaje de los aciertos y los yerros, haciendo pesar principalmente la necesidad de una continuidad que les permita crecer y afianzarse. Y a nosotros emperrarnos en amar a este seleccionado.


Por Jorge Adrián Franco.

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