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Fin de Año

No hay más remedio, por más que uno intente dárselas de original, que intentar hacer un balance, al finalizar un nuevo ciclo de esa convención tan humana que denominamos años.

Desde lo internacional no hay novedades sustanciales en cuanto al liderazgo de los isleños del sur. Nueva Zelanda, pese que le tocó perder con Irlanda, conserva una superioridad manifiesta respecto del resto de la élite mundial. Pueden darse algunos lujos exóticos como sentar en el banco a Julian Savea o no convocar por inconducta a Aaron Smith. Abundancia de talentos que le dicen.

El fracaso inglés en el mundial propio no pasó desapercibido. Menos aún para su dirigencia que, evidentemente, tomó nota y actuó en consecuencia. La llegada de Eddie Jones disparó un encadenamiento de victorias que lo mantuvo invicto a lo largo del año calendario. Un equipo sólido y consistente al que es muy difícil marcarle.

Irlanda mantiene su nivel y pudo festejar cortarle una larguísima racha sin derrotas a los All Blacks.

Australia, con altibajos, asoma como un equipo temible a corto plazo. Necesitan darle continuidad a la calidad de su juego. Cuando se conectan son efectivos y vistosos.

Sudáfrica, intentando un cambio de paradigma, sufrió más de lo que festejó. Es probable que no sea fácil lograrlo ya que intentar un juego desplegado en un país que hace un culto del juego por el eje profundo no parece sencillo. Por ahora están en el medio del río.

Gales y Escocia mantienen el nivel pero no evidencian un cambio sustancial en sus rendimientos.

Urge un replanteo en cuanto a nuestro Pumas. Un año sumamente cargado de compromisos, afrontados con un plantel corto y viajes interminables de por medio, borraron todo lo bueno que se había insinuado en el mundial. Se entiende, por muchas razones (que alguna vez detallamos en esta columna), lo de permitir, solamente a los jugadores contratados por la UAR, la participación en el Super Rugby. No tiene justificativos, por el contrario, no incluir a los que juegan profesionalmente en Europa en los seleccionados nacionales.Sea en Test Matches o en el Championship. Nos estamos privando de jugadores de primer nivel internacional que aportan calidad y experiencia. Por otro lado, la base de jugadores profesionales argentinos contratados es muy escasa en número lo que se pone en evidencia frente a la ausencia por lesión de los habituales titulares. Para analizarlo.

Sobran partidos. Faltan partidos. Es la síntesis, algo primaria, del rugby amateur local. Es una temporada excesivamente larga en el tiempo, con gran cantidad de partidos intrascendentes. Eso es lo que sobra. Un jugador con presencia regular puede llegar a superar los 30 partidos en el año. Un exceso aún para la élite profesional. El cuerpo humano, tal como las máquinas, sufre la fatiga de sus materiales. Aunque se enojen sigo insistiendo que al Torneo del Litoral le sobran fechas y que lo único interesante son los últimos 5 o 6 partidos. Faltan partidos de calidad. Esos en los que se produce el enfrentamiento entre equipos con niveles parejos por lo que el nivel de exigencia, inexorablemente, sube.

Otro capítulo que siembra un enorme interrogante es el Campeonato Argentino de Selecciones. Pareciera que lo quieren destruir. Lo que alguna vez fue la máxima competencia local está ubicada al final del calendario con jugadores agotados y sin resto físico y mental. Sometidos a viajes interminables en colectivo aunque algún desplazamiento se logre hacer, excepcionalmente, en avión. El público ausente sin aviso. Y la televisión debe competir con la abundante grilla constituida por los Test de la ventana de Noviembre. Otra vez: para pensar.

Como sucede siempre que el rugby es el tema no es sencillo ser breve. Pero acá termino hasta la pretemporada 2017.

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