En la primera semifinal de la tarde Old Resian venció por 26 a 20 a CRAI echando por tierra todos los pronósticos.
Estaban asegurados los previsibles hechos circundantes a una resolución de instancia corolaria. Partido, protagonistas, escenario. Hasta las ansiedades lógicas. Pero aún antes del ocaso del primer encuentro y, con toda intensidad durante el transcurso, nos vimos felizmente invadidos por una marea multicolor por diestra y siniestra, que nos trajo reminiscencias al pasado no tan inmediato.
Porque la completa mixtura física y deportiva fue cubierta por el desenfadado éxtasis del protagonismo y la participación. Increíblemente impulsados por las movilizadoras pasiones presentes en los colores, tricolor al este y albiceleste al oeste. Celebremos de pie el despliegue y el entusiasmo de quienes pretendieron con rotundo éxito darle al TRL el albor de otras temporadas. Con papelitos, cantidad de convocatoria, instrumentos, cánticos, banderas y el respeto a los pateadores.
Ni qué decirles del comportamiento referido a las autoridades del partido. El público se comportó de maravillas y la terna arbitral condujo las acciones de manera correcta, cumpliendo y haciendo cumplir las nuevas disposiciones reglamentarias, y con un despojado interés de protagonismo. A tal punto que la anécdota destacable será cuando a los nueve minutos del segundo tiempo, el guisante del silbato del árbitro principal se trabó y tuvo que pedirle al asistente número uno que le preste el suyo para continuar.
Y en el medio de toda esta lluvia de show entregado por quienes no están tan acostumbrados a llegar, pero desean elevar el nivel participativo derrumbando las últimas apáticas versiones, hubo un partido. Transversalmente opuesto al disputado hace siete días. Parejísimo en su primera etapa y voltaico en la segunda. Por el tenor de la definición, pero por sobre todo el momento elegido para poner cifras finales.
Con las pulsaciones en modo atlético sería inútil hacer o pedir un análisis. Con seguridad la parcialidad gitana entenderá cuando desaparezca la tristeza y la desazón por la derrota, que deberá ser éste el piso al cual aspirar los años venideros. Han trabajado con humildad. Consiguieron honores en todas las canchas. Las competencias regionales y también nacionales los colocaron por mérito propio en la vidriera de posibles convocatorias a seleccionados y selectivos de toda clase. Por esta senda indefectiblemente llegarán los trofeos a la vitrina.
De la misma manera, y como el infructuoso intento de tapar el sol con la mano, es menester ver la atención depositada más en el apuro por terminar el partido que por definirlo. Old Resian aceptó el convite y, lejos de entregarse a la derrota, dio la estocada final. Aquella que lo deposita en la definición por campeonar. Cuando no hace mucho estaba entregado a divisiones de ascenso, con dificultades estructurales y de recursos humanos, les toca un 2016 soñado. Jugó al juego, venció a los más poderosos y creció como institución. Todo tan junto. No quieren despertar. Por lo menos hasta el ocho de Octubre. Ojalá sea la base para tratar de seguir creciendo.